En anteriores posts hemos abordado temas cruciales para la comercialización de inmuebles; desde la aplicación de técnicas como el Home Staging, pasando por estrategias para incrementar su eficiencia energética, hasta la preparación del espacio para recibir las visitas de los posibles compradores.
Ahora bien, algo de lo que todavía no hemos hablado es sobre cómo la estacionalidad influye en el proceso de venta. Un aspecto que – dado que acabamos de recibir a la primavera – creemos que es el momento ideal para hacerlo.
Así afecta la estacionalidad a la venta de una propiedad
Estos son los pros y los contras de comercializar un inmueble en función de la estación del año en la que nos encontremos:
Invierno (diciembre, enero y febrero)
A diferencia de lo que muchos suelen pensar, el clima frío puede jugar a favor en la venta de una propiedad. ¿Por qué?
En estos meses, el mercado cuenta con menos inmuebles disponibles, lo que se traduce en una menor competencia. Esto facilita que una vivienda se haga más notoria entre los posibles compradores.
Eso sí, es importante tener en cuenta que el número de interesados puede reducirse debido a las festividades navideñas.
Primavera (marzo, abril y mayo)
La primavera, con su clima cálido y días soleados, atrae a un mayor número de compradores y se convierte en una de las estaciones favoritas para adquirir inmuebles.
Este aumento en la demanda puede elevar los precios de venta y beneficiar a los vendedores. Ahora bien, es fundamental manejar esta situación con prudencia, ya que unos precios demasiado elevados podrían disuadir a potenciales interesados.
Verano (junio, julio y agosto)
Durante estos meses, quienes se encuentran en búsqueda de un nuevo hogar tienen más tiempo libre, algo que les permite visitar las viviendas sin prisa.
Realzar los jardines u otras estancias exteriores puede ser decisivo, ya que estos elementos hacen que los interesados visualicen automáticamente la calidad de vida que les daría un espacio al aire libre.
¿Algún inconveniente? Al igual que en el período anterior, el verano también trae consigo una competencia más intensa en el mercado, lo que podría incrementar los precios de las propiedades y, por consiguiente, disuadir a ciertos compradores.
Otoño (septiembre, octubre y noviembre)
Gracias a las temperaturas moderadas y al impulso de los compradores que no lograron cerrar una compra durante la primavera o el verano, el otoño se presenta como un momento propicio para vender.
Al no ser tan concurrida para las ventas, esta temporada generalmente enfrenta menos competencia entre los vendedores, aunque es posible que haya una menor cantidad de interesados, lo que podría traducirse en un período más largo para concretar la venta.
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